Busca escusas fáciles, que hay miles, pero espero que mañana cuando llames y preguntes la recuerdes.
Dime que me odias, pero dímelo mirándome a los ojos.
Sangra por los dos o guárdame del frío, todo por unos labios que me curen las heridas de los míos.
Ya he escuchado lo que dices y tampoco me sirvió de nada...te tengo en mi cabeza y te prefiero en mi almohada.
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